Prevenir es la mejor forma de evitar problemas a futuro. Por eso, llevar adelante un adecuado mantenimiento de plantas de tratamiento de aguas y efluentes es clave para identificar y resolver cualquier tipo de falla antes de que se convierta en un riesgo para el correcto funcionamiento de los equipos.
Pero, ¿en qué consiste este mantenimiento? ¿Cada cuánto tiempo debe realizarse? ¿Cuáles son las ventajas de implementarlo? A continuación, responderemos todos estos interrogantes.
Consiste en la combinación de inspecciones y tareas que lleva a cabo personal especializado con el objetivo de mantener los activos en funcionamiento, minimizar el tiempo de inactividad, reducir las interrupciones operativas no planificadas y prolongar la vida útil de los equipos.
Dado que uno de los principales desafíos que atraviesan las plantas de tratamiento de aguas y efluentes está relacionado con la necesidad de que funcionen adecuadamente las 24 horas del día, los 365 días del año, el mantenimiento preventivo debe abarcar diferentes aspectos:
Es fundamental tener en cuenta que, si bien las acciones a ejecutar contemplan las que acabamos de describir, la cantidad de tiempo y trabajo necesarios para efectuar el mantenimiento dependen de diversos factores como, por ejemplo, el tamaño de la planta, la complejidad de su diseño, su nivel de automatización y la naturaleza de las aguas y efluentes que tratan.
La implementación de un adecuado plan de mantenimiento preventivo es una estrategia que no solamente garantiza el correcto funcionamiento de los equipos, sino que ayuda a prolongar su ciclo de vida, contribuyendo a un control más efectivo de los costos.
Tal como mencionamos, el funcionamiento de las plantas de tratamiento de aguas y efluentes no puede interrumpirse ya que deben estar operativas 24x7x365.. La única forma de garantizar interrupciones no planificadas es llevar adelante un plan de mantenimiento preventivo que detecte y evite los problemas antes de que sucedan.
Revisar periódicamente los equipos ayuda a identificar desperfectos antes de que se conviertan en problemas serios que requieran costosas reparaciones.
Es mucho más económico arreglar un pequeño inconveniente en un activo reemplazando una pieza o componente que tener que sustituir un equipo por falta de mantenimiento.
Las reparaciones de emergencia, o correctivas, pueden impactar negativamente en el ciclo de vida de los activos.
En cambio, verificar el correcto desempeño de los equipos de manera periódica contribuye a extender su vida útil, amortizando la inversión.
Las fallas en los equipos y los periodos de inactividad no planificados pueden traer serias consecuencias. Por ejemplo, una avería o interrupción en la operatoria podría provocar el vertido de aguas residuales sin tratar en ríos o arroyos, generando un desastre ambiental y exponiendo a la empresa a recibir multas por parte de organismos de control.
Un plan de mantenimiento preventivo adecuado garantiza el correcto funcionamiento de los activos, aumentando la productividad y evitando problemas legales.
Cada establecimiento tiene sus propios requerimientos en función del tamaño y del tipo de efluentes que trata. Sin embargo, en líneas generales el mantenimiento de plantas de tratamiento de aguas y efluentes se realiza siguiendo los lineamientos de los fabricantes de los equipos, en función de las horas de operación de los mismos. Como la planta integra diversas tecnologías, el responsable del mantenimiento deberá planificar y ejecutar las tareas preventivas de acuerdo a la filosofía de cada activo .
No obstante, si bien efectuar una inspección regular ayuda a que los equipos funcionen adecuadamente, cuando se detecta un fallo o avería en el sistema, es imprescindible actuar inmediatamente para evitar daños irreparables que, además de ocasionar gastos, pueden afectar el medio ambiente, comprometiendo la salud de las personas y la biodiversidad.
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