La gestión de los efluentes es una actividad clave para lograr un óptimo desarrollo sustentable. A pesar de haber probado su rol clave en el reaprovechamiento de los recursos hídricos y la conservación de la biodiversidad, en la actualidad las plantas de tratamiento de aguas enfrentan diferentes desafíos.
En pleno siglo XXI, el reto no es solamente combatir la contaminación y dotar de agua potable a la mayor cantidad de regiones, sino también sacar el máximo provecho de los sistemas de depuración y de tratamiento de efluentes.
De acuerdo a datos oficiales, en Argentina el déficit de agua potable gestionada de manera segura alcanza a alrededor del 20% de los habitantes del territorio nacional. A su vez, en términos de saneamiento, la deficiencia ronda el 44%.
Con el objetivo de mejorar esta realidad y de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, desde el año 2020 el Estado Nacional ha aumentado el presupuesto asignado a agua y saneamiento. Al mismo tiempo, ha multiplicado la cantidad de proyectos y obras de infraestructura.
Tal como señala el Informe de coyuntura sobre Acceso e igualdad al agua y al saneamiento realizado por el Ministerio de Obras Públicas en 2021, se ha establecido como meta intermedia para el 2023 alcanzar un 88% de acceso al agua potable y un 66% de acceso a saneamiento en todo el país.
Sin embargo, para alcanzar estos objetivos es preciso no solamente que los responsables de la gestión pública de los recursos hídricos identifiquen las brechas de infraestructura, sino también reconocer cuáles son los retos que enfrentan uno de los principales aliados de estas iniciativas: las plantas de tratamiento de aguas.
Para tratar las aguas residuales se requiere la utilización de una gran cantidad de energía eléctrica. Se calcula que el consumo energético de las plantas es de aproximadamente 60 teravatios-hora anuales. La mayor proporción de este gasto se encuentra en la etapa de tratamiento biológico, que representa entre un 50% y un 60% del consumo energético total.
Para potenciar el ahorro de energía es clave combinar tecnologías de tratamiento extensivas e intensivas, implementando diversas soluciones como, por ejemplo, la utilización de tamices finos en la etapa de tratamiento primario, el uso de membranas para el proceso de aireación y el tratamiento directo de corrientes de los flujos de residuos de retorno.
El tratamiento de aguas residuales es una actividad que no se detiene jamás, dado que está operativa 24x7, los 365 días del año. Además, este funcionamiento constante debe estar libre de errores. ¿Qué quiere decir esto? Que las plantas de tratamiento de aguas no pueden incurrir en fallas ya que, de hacerlo, habría graves consecuencias no solamente económicas, sino también medioambientales.
Por eso, es clave impulsar acciones de mantenimiento preventivo que impulsen la fiabilidad de su funcionamiento, detectando irregularidades para evitar fallas y permitir que sigan trabajando de manera adecuada.
Los operadores de las plantas deben ser personas con la formación y la experiencia necesarias para llevar adelante sus tareas eficientemente. Sin embargo, el mercado laboral registra una falta de recursos con este nivel de expertise, posiblemente por las competencias específicas que se requieren y por la complejidad de las tareas a ejecutar.
La automatización es clave para paliar este déficit. La implementación de soluciones automatizadas disminuye significativamente la necesidad de mano de obra calificada a la vez que reduce los costos operativos en un 30%.
Los lodos son los residuos que se generan durante el procedimiento para tratar química, física y biológicamente de las aguas. Tratarlos y eliminarlos de manera adecuada, es decir, respetuosa con el medio ambiente, es uno de los principales retos de las plantas de tratamiento de aguas.
La solución incluye el reciclaje de los lodos que contienen nutrientes y materia orgánica para utilizarlos en la agricultura y el tratamiento de los suelos.
El cambio climático está generando fenómenos meteorológicos pocas veces vistos en años anteriores. Uno de ellos está relacionado con las lluvias intensas y frecuentes en algunos sectores y la escasez de agua en otras regiones.
Este escenario afecta el funcionamiento de las alcantarillas pluviales y de las plantas de tratamiento de dos maneras.
Por un lado, si la lluvia es excesiva, se sobrecargan los sistemas de alcantarillado y, en consecuencia, aumenta la posibilidad de que se desborden las plantas de tratamiento.
Por el otro, si no llueve lo suficiente, se generan problemas en la recolección y en el tratamiento de efluentes.
En Ecopreneur desde 1990 desarrollamos soluciones medioambientales de alto valor agregado para potenciar la gestión eficiente del recurso hídrico, implementando iniciativas que impulsan la operatoria de las plantas de tratamiento de aguas y las ayudan a superar sus desafíos cotidianos. ¿Querés más información? Contactanos.